El Crucero, s/n
33877 Tineo
Soy praviana y en esta ciudad mis padres, Teresa y Pedro, tras cerrar la fábrica de hielo que tenían al generalizarse el uso de frigoríficos eléctricos, regentaron un almacén de frutas y verduras, y una tienda de ultramarinos.
Mi madre era buena cocinera y le debo valiosas enseñanzas, pero también mi padre dominaba los fogones. Por cuestiones de horario, solía encargarse de la cena y su arroz «atropellao», es decir, caldoso con chorizo, o sus sopas de ajo, que siguen sin salirme igual de buenas, aunque lo intente una y otra vez.
Terminando el bachillerato, marché a Oviedo y me matriculé en Económicas, pero ennovié con Álvaro, el nieto de Lula la del Crucero, afamada Guisandera tinetense y, tras casarnos, entré de aprendiza en su restaurante. Mi suegra, Adina González, fue la mejor maestra imaginable, por lo que abandoné la universidad.
Hoy hubiera terminado la carrera sin duda alguna, pero después repetiría los mismos pasos, puesto que entre las sartenes, las tarteras, los ingredientes (en buena parte de huerta y ganado propios) y las recetas tradicionales heredadas o descubiertas, encontré mi verdadera vocación laboral. La misma que he transmitido, y me siento orgullosa de ello, a mi hija Blanca.